jueves, 14 de agosto de 2008

chile: 18 años conviviendo con jaulas


Industria del salmón en Chile
18 años conviviendo con jaulas
Douglas Tompkins
Cuando miro atrás luego de 18 años con una intensa “relación” con la industria salmonera chilena, puedo ver fácilmente por qué la industria está en problemas. Todo comenzó mal y puedo predecir que terminará mal.

Cuando llegué al fiordo Reñihue en 1990, la operación del salmón estaba recientemente instalada allí. Para cualquiera que la mirara entonces era evidente que no había limpieza, orden ni gestión profesional. El lugar estaba mal tratado y sin disciplina en sus operaciones, a pesar de ser manejado por el ex miembro de la seguridad de Pinochet, Patricio Quillot. Bajo ningún esfuerzo de imaginación esto podría ser considerado Noruega.

Poco después comencé a descubrir el sistema de acuicultura que se había expandido rápidamente como una “peste oceánica” por el sur de la X región y ahora por la mayor parte de la XI. En aquellos primeros años vimos vertederos ilegales de pescados muertos, una invasión arrogante de la propiedad privada, matanza de leones marinos, la desaparición de bancos de crustáceos por excesivos nutrientes en el agua, horribles instalaciones industriales en hermosos fiordos interiores, la desaparición de peces nativos en nuestros ríos producto del escape de los salmones, la desilusión de trabajadores salmoneros –hombres jóvenes que vivían lejos de sus hogares con nada que hacer, donde el trago y las peleas eran la norma–, y el quiebre social donde la gente joven abandonaba su vida familiar tejida de manera tradicional y alteraba la cultura en nuestras comunidades costeras.

En años posteriores pudimos medir los impactos ecológicos al enviar un equipo de biología marina de primera clase desde los Laboratorios de las Naciones Unidas en Mónaco a estudiar el lecho marino bajo las jaulas. El estudio culminó con un informe devastador de las ahora zonas muertas que yacen bajo cada jaula, con el asesinato virtual del Pillán, nuestro fiordo interior que está justo al frente de donde vivimos. Con el tremendo gasto de traer una máquina especial desde Europa, los científicos pudieron tomar muestras del suelo y reconstruir el proceso desde el comienzo y mostrar por cada año como los nutrientes excesivos (fecas de peces y pellets de alimentación que cayeron) habían creado lo que ellos llamaron una “sobre-eutrificación” del lecho marino. También demostraron que las normas de medición del gobierno eran inadecuadas para determinar la salud de la ecología marina. Entregamos el informe gratis al gobierno, pero éste fue sencillamente ignorado.

En los primeros 17 años y con tres dueños diferentes de esta operación salmonera, no ha habido ni un solo inspector del gobierno chileno que visite o revise estas labores. La industria ha dicho que puede autorregularse, una broma, ya que en el mundo no ha habido ni una sola industria de ninguna clase que haya demostrado hacerlo.

Las enfermedades que vemos hoy en la industria del salmón son el resultado directo de la sobrepoblación de los centros de producción, donde se excede cualquier límite de densidad razonable, y de la falta de regulaciones estrictas para la industria. Ello es responsabilidad de gobiernos del pasado y presente.

Una moratoria a cualquier expansión necesita ser puesta en efecto ya. Por años los ecologistas han puesto estos temas sobre la mesa y no se ha tomado ninguna acción. Los políticos y hombres de negocios están demasiado ocupados en una fiesta de hacer dinero, basados en obtener algo de la nada, que es lo que sucede cuando se arruinan aguas prístinas y se carga el costo al futuro. Si todos los costos sociales reales (culturales y laborales) y los ecológicos fueran internalizados, este es un negocio que deja pérdida.

Lo que se necesita es una captura tradicional bien regulada, realizada por pescadores pequeños que proporcionarán una pesca sustentable. Lo que tenemos con la industria del salmón no es más que el equivalente de una gigantesca granja chanchera flotante. Sabemos el impacto social y ecológico de esto. No hay una forma correcta de cometer errores. ¿Cuándo despertará la sociedad a este simple hecho y actuará en consecuencia?.

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